Al morir,
tu obra no se va a revalorizar
Al morir, tu obra no se va revalorizar.
Es falsa la creencia de que la obra de un artista se revaloriza automáticamente tras su muerte.
En el 99% de los casos esto no ocurre, aunque haya excepciones donde pueden concurrir diversas circunstancias de mercado que fomentan la demanda y la cotización en alza.
Se suele afirmar que al fallecer el artista su producción se estanca y, por ello, cuanta más escasez exista mayor será el precio en que se esté comercializando, con una estimación por encima del 15% .
El sector del mercado que defiende esta afirmación suele estar condicionado por intereses vinculados al artista desaparecido o instalado en una realidad paralela que puede beneficiarle.
INDICE DE CONTENIDOS
Excepciones que pueden confirmar la norma
El caso que siempre se pone como ejemplo es el de Vincent van Gogh que no vendió ni un cuadro en vida y, tras su fallecimiento, su obra ha sido disputada por coleccionistas y su cotización ha llegado a límites insospechados.
Esta es la excepción más deslumbrante, aunque también hay que reconocer que existen casos aislados en que la obra se ha mantenido en los primeros puestos del ranking de cotización en las subastas de arte durante décadas, después de la desaparición de su autor.
Pablo Picasso, frecuentemente, es noticia por batir los récords de subasta, igual que Miró mantiene una cotización de liderazgo, en lo que se refiere a artistas españoles.
En la revalorizacion de la obra de un artista desaparecido influyen varios factores que determinaran la vigencia, cotización y demanda de su firma, entre los que hay que tener en cuenta los siguientes:
- La firma debe tener relevancia dentro del circuíto artístico.
- La cotización debe estar en alza y con precios significativamente caros.
- La demanda por parte de los coleccionistas debe estar vigente.
Otros factores que pueden influir en la revalorizacion inmediatamente después del fallecimiento del artista pueden ser:
- Muerte inesperada y que coja por sorpresa al mercado.
- Respuesta por parte del coleccionismo con acciones especulativas.
Como ocurrió con Andy Wharol que aumentó la demanda de su obra de manera desmesurada nada más conocerse su muerte e incluso un interés desmedido por objetos personales.
Posteriormente, la fundación que creó poco antes de morir para proteger su legado derivó en mala praxis y mercantilismo desproporcionado con la única finalidad de obtener negocio.
Una mala gestión del legado o inapropiada actuación en su comercialización crea desconfianza y hará desistir el interés de los coleccionistas.
Por el contrario, puede caer la cotización si los herederos no dosifican correctamente la herencia , provocando que la oferta supere a la demanda:
- Al poner en circulación exceso de obra.
- Tener la urgencia de vender en lotes por debajo del precio establecido.
- Tributar con parte del legado las obligaciones que se puedan tener con el Impuesto de Sucesiones.
Otra situación que puede provocar el desapego del coleccionista cuando fallece el artista es cuando su personalidad, relevancia pública o conducta extravagante está por encima de la significación de su obra (al desaparecer la teatralidad del autor, pierde interés la obra).
Esta última situación se puede ilustrar con la peculiar y egocéntrica personalidad de Salvador Dalí, quien además creó desconfianza hacia su propia obra y confusión en el mercado por su comportamiento nada ortodoxo al firmar papeles en blanco, que después se utilizaron para la reproducción sin control de obra gráfica, principalmente.
Heterogenidad del mercado del arte
Hay que entender que la obra de cualquier artista no se revaloriza tras su muerte solo por el hecho de que su producción ya no se ampliará.
Según el nivel de mercado en que se haya desenvuelto y comercializado un artista dependerá las posibilidades de revalorizacion que pueda tener su obra.
La gran heterogenidad del mercado del arte obliga a segmentarlo para conocer su valor en función del prestigio y la distribuicion de las obras que circulan por él.
Como es sabido existen dos tipos de mercado: el primario y el secundario.
Los mecanismos de cotización funcionan de distinta forma en cada uno de ellos.
El primario da salida a las obras recién producidas, mientras que en el secundario la procedencia de la obra es esencial y significativo el historial que tenga.
Cuando el artista fallece puede tener obra en los dos mercados: en el primario, que será la recién realizada antes de su muerte y la que se encuentre en el mercado secundario o de segunda mano, porque estará circulando en transacciones de coleccionismo.
Por lo tanto, la valoración de su producción puede ser dispar según la datación de cada obra y no todas gozarán de la misma demanda o cotización.
El patrimonio artístico que deje y la obra que circule por el mercado coleccionista influirá determinantemente, aunque no tendrá la misma respuesta el caso de un artista consagrado que el de uno más modesto.
La especulación y entender el arte como un refugio de inversión dispara los precios de las firmas consagradas, ya que apuestan por valores seguros.
Especulación y el arte como refugio
Como señala Elena Vozmediano, en El Cultural : «Las mega-galerías no se limitan a vender obras: construyen reputaciones y marcan en buena medida las programaciones y las adquisiciones de los museos.»
«Su experiencia en el posicionamiento de los vivos la aplican ahora a los muertos.»
«Algunas se han especializado ya en ello.»
«Crear una fundación personal está al alcance de muy pocos: solo es posible cuando el artista ya tuvo buenas cotizaciones en vida y dejó una dotación económica (endowment, en el modelo anglosajón) para mantener una estructura a largo plazo y/o suficientes obras para vender con cuidado cuando se necesite. «
«La donación es más fácil, más segura -afirma más adelante en el artículo «Vender o morir.El mercado de las herencias–, pero puede suponer el ostracismo: no basta conservar, pues si las obras se almacenan, no se exponen y no se estudian, el artista será olvidado.»
«El mercado es considerado hoy como un complemento casi necesario: las subastas pueden revalorizar su trabajo, al tiempo que aportan ingresos a los herederos a través del droit de suite, y las galerías ofrecen visibilidad en exposiciones y una red de contactos con comisarios, críticos, coleccionistas y museos.»
Si eres un artista normal que vive de su vocación y se desenvuelve, como la mayoría, en mercados a nivel local o nacional y no trabaja con las galerías punteras que gestionan las firmas más cotizadas, puedes estar seguro que tu obra no será un seguro de vida para tus herederos.
Si te encuentras en la élite de los pocos escogidos por las mega-galerías, probablemente, ellas mismas se ocuparan de promover y potenciar tu reputación si tu obra les inspira posibilidades de negocio.
Actualmente, son varias las galerías que, al margen de representar a los artistas vivos, se están especializando en gestionar la obra de los fallecidos.
Es más, para administrar las sucesiones de cierta relevancia el mercado está creando herramientas especializadas, como manifiesta Elena Vozmediano «en 2016 Sotheby’s compró Agency Partners por 50 millones de dólares y poco después reclutó a Christy MacLear en la Robert Rauschenberg Foundation -que, por cierto, mueve su obra en el mercado a través de una galería, Pace- para crear un departamento de asesoría a herederos, que pagan a cambio una cuota mensual.»
«No revelan quiénes son todos sus clientes pero se sabe que sobrepasan la docena, entre ellos Robert Graham y, según se acaba de conocer, Vito Acconci, cuyo legado manejarán junto a Pace Gallery.»
«¿Por qué se necesita a la galería? Sobre todo para participar en ferias, tan determinantes en el mercado actual.»
«Queden atentos a la segura escalada de Acconci, que no pasó en vida de los 80.000 dólares en subasta.»
«Más allá del nivel estratosférico -sigue explicando-, existen otros servicios como la Artist-Endowed Foundations Initiative del Aspen Institute, que apoya a las fundaciones creadas por artistas, o el Artist’s Legacy Project, una plataforma estadounidense para herederos sin medios o capacidad para crear fundaciones individuales, que se hacen cargo de la obra a perpetuidad y se comprometen a conservarla y ponerla en valor mediante exposiciones, catálogos razonados, facilidades para investigadores, etc.
O Art 360, una entidad para el planeamiento de legados artísticos amparada por la Design and Artists Copyright Society en Reino Unido.
Y, en Berlín, se ha establecido The Institue for Artists’ Estates, una consultoría profesional para herederos.»
Al morir, tu obra no se va a revalorizar
Dejar el estudio-taller abarrotado cuando desaparezcas no será una garantía para tu familia o herederos de tu obra, porque no solo puede que no se revalorice tu producción, sino que cueste venderla o haya que hacerlo a la baja pasado un tiempo.
Preocúpate en vida de posicionar tu obra en una estrategia de mercado apropiada, si quieres que tu trabajo pueda servir a tus herederos para algo más que para disfrutar de tu creatividad.
Para formar parte del complejo entramado del mercado, es determinante la especulación de los coleccionistas y los intereses de los intermediarios para que tu arte sea considerado como un valor refugio por los inversionistas.
Independientemente de tu trayectoria como artista, una obra de calidad es la mejor garantía para poder vivir de tu vocación mientras vivas, porque, una vez que hayas desaparecido, el futuro de tu trabajo como inversión es una incógnita para que pueda mantenerse por sí mismo y hacerlo sin depender de terceros.
Fotos de Freepik.com . Descarga este artículo en PDF